En el pozo, hubo un relámpago parpadeante. Era diferente de los rayos normales y el extremo del rayo parecía provenir de algo sólido. Era una piedra azul. La piedra azul era como el cristal y podía ver el relámpago dentro y fuera de ella. El rayo era extraño, sin embargo. Cada relámpago sólo iluminaba una pequeña porción del área alrededor de la piedra. Fuera de su proximidad inmediata había oscuridad y nada más. Si Han Sen no hubiera sido llevado tan cerca como ahora, no habría sido capaz de salir en esa sofocante oscuridad.
El Hada de Agua había generado una burbuja para que Han Sen se sentara dentro, para que pudiera respirar y hablar bajo el agua.
—¿Qué es esta cosa? —preguntó Han Sen mientras señalaba hacia la piedra de relámpago.
La piedra del relámpago era muy grande, del tamaño de una casa. Curiosamente, había muchos agujeros en su exterior que podían dar acceso a Han Sen. El Hada de Agua entró en la burbuja y tomó el brazo de Han Sen, diciendo: