Hen Sen vio el brillo púrpura de la tierra y se quedó quietO mientras algo se movía debajo. Dentro de la roca de la montaña, podía discernir una sombra. Lo que era, aún no podía decirlo. Tenía forma humana, flotando horizontalmente como si estuviera tumbado. Era una vista característica; una que lo desconcertaba.
Mientras miraba fijamente al suelo cristalizado, escuchó un sonido de katcha. Entonces, el cristal bajo los pies empezó a tejer una red de grietas. Las grietas se extendieron por el pico como si lo estuviesen cubriendo con una red, como las afiladas sedas de una araña. Finalmente, todo se rompió y dejó un profundo agujero en el suelo.
Sólo la torre permaneció firme y en pie. En todos los demás sitios se vio repentinamente reducida a la ruina y a un polvoriento caos. Han Sen y Pequeño Ángel habían alzado el vuelo y miraban la escena desde el cielo.