Mientras Han Sen se adelantaba, pensó en lo que acababa de suceder y estaba seguro de que Qiu Ping no era un asesino. Si tuviera lo que se necesita para quitarle la vida a otro hombre, Zhang Yuchen habría muerto en el primer golpe.
Los diez ataques de Qiu Ping fueron increíblemente rápidos. Fueron tan rápidos, que Zhang Yuchen y Cheng Hu ni siquiera pudieron ver los ataques que se avecinaban. Dicho esto, Han Sen sabía que Qiu Ping no iba a poner su fuerza en el ataque y en realidad tratar de matarlo. Debido a esta previsión, Han Sen sabía que ni siquiera tenía que molestarse en esquivar.
—Han pasado 20 años, así que si Qiu Ping realmente quisiera matar a Zhang Yuchen, ¿necesitaría permiso? —Han Sen se preguntó.
Han Sen estaba ahora en la entrada del tercer piso. No había muchas criaturas realizando la prueba allí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó un guardia espiritual, al ver a Han Sen acercarse.
