Luego de asegurarse de que los emisarios entendieran lo que estaba diciendo, Leylin confiscó todas las riquezas que habían llevado. Luego les mostró que su jefe todavía estaba vivo y los expulsó de la nave de guerra.
—¿Ven esto? Hay riquezas en toda la isla y los nativos que manejan toda esta riqueza son tan cobardes e ignorantes... —Leylin se paró sobre el oro, mirando los ojos codiciosos de sus hombres. Él sonrió—. La mitad de este oro y todo lo que obtengamos en el futuro será suyo. Divídanse entre ustedes...
Los piratas estallaron de júbilo.
Aunque el oro parecía ser mucho cuando estaba apilado, ¿cuánto obtendría cada uno cuando se dividiera entre tres mil? Aun así, esa muestra sirvió para aumentar su codicia y les dio una impresión más profunda de la riqueza de la Isla Debanks. ¡Eso los motivaría a luchar!
Muchos de los piratas estaban efusivos y ansiosos por apoderarse de la totalidad de la Isla Debanks y saquear sus riquezas.