La turbulencia espacial silenciosa se agitó al abrirse una grieta entre los planos. Una energía elemental feroz surgió a través de ellos, aniquilando todo en su camino.
Una ciudad flotante se alzaba en esta región, como si fuera una poderosa fortaleza que era indestructible y eterna. Sólo después de entrar en la ciudad fantasma, Leylin dejó escapar un suspiro de alivio.
—¡Bienvenido a casa, Maestro! —Shaylin, el hada que era como un ama de llaves, apreció para saludar a Leylin. Sólo este lugar tenía formaciones de hechizos oscuros que lo hacían inmune al espionaje de los dioses, así como a otros hechizos de adivinación.
Una vez que tiró su abrigo a un Golem asistente, Leylin se volvió hacia el lich esquelético Ilyo y dijo: —Lo hiciste bien.