¡Peng!
La cabeza de Saurun, con una expresión de aún no resignarse, voló varios metros y cayó en el suelo a cierta distancia. Sus ojos estaban completamente abiertos, ya no era capaz de cerrarlos.
Su cuerpo descabezado aún estaba de rodillas frente a Leylin y chorreaba sangre de forma continua.
La mano izquierda del cadáver aún estaba extendida, pero, para su desgracia, había sido bloqueada por la radiante armadura gris, a unos pocos centímetros del cuerpo de Leylin.
—Con la defensa del Colgante de la Estrella Caída, no le temo a la mayoría de los ataques de los discípulos. Y la mejora de las runas de escarcha gracias a la Gran espada, combinada con mis habilidades de Caballero, ¡hacen que mi fuerza esté entre las mejores de los discípulos!
Leylin estaba muy satisfecho con el resultado de la batalla.