—¡Bien! No te privaré de tu posición, pero debes usar todos los recursos que tienes para ayudarme—Leylin miró al demonio del placerque tenía frente a él y asintió con indiferencia. Con la fuerza divina de Belcebú, y el conocimiento de su nombre verdadero, este diablo incluso estaría de acuerdo si Leylin dijera que era una reencarnación del Soberano Rey de la Gula.
Con su vida bajo amenaza, no era difícil hacerle peticiones.
—¿Qué tan vastas son tus conexiones? ¿Puedes influir en el rey? —preguntó Leylin sin rodeos.
—Maestro, tengo el control secreto de alrededor de mil seguidores. Dos son condes y cinco son vizcondes... También puedo afectar indirectamente a dos marqueses y a un duque...—Delia le informó de inmediato. Belcebú era completamente ignorado por los dos, tal cosa es el triste destino del perdedor.