Después de mucha consideración, Tim aun dio la orden: —¡Déjalo entrar! —se encontró con Leylin, él con una expresión solemne y trágica en su rostro, y se sobresaltó ante el rostro juvenil que tenía delante.
—Esta es la primera vez que nos vemos, Vizconde Tim. Sin embargo, ya hemos tenidomuchos tratos en el pasado. Soy Leylin, Leylin Faulen. Encantado de conocerte.
—¡Fuera, todos ustedes! —Tim persiguió groseramente a sus subordinados, y cerró con fuerza la puerta y las ventanas. Leylin fue incluso lo suficientemente considerado como para agregar una pantalla protectora mágica.
—Ya he hecho lo que pediste. ¿Por qué todavía vienes aquí? —Tim preguntó con rabia, pero Leylin todavía podía ver el miedo y la debilidad bajo su expresión dura e inquebrantable.
—No te ofendas, ¿de acuerdo? Después de todo, nos lo pasamos muy bien trabajando juntos, ¿no es cierto, vizconde Tim? —dijo Leylin con una leve sonrisa.