—¡Gracias, Ley! —dijo la voz de Rafiniya luego de un rato.
La mujer caballero no era tonta. Sabía que, de no ser por Leylin, realmente habrían muerto en manos de los ogros y habrían desaparecido en sus bocas. Obviamente, no deseaba morir así, el sólo pensarlo la había dejado aterrada.
¡Todos aquellos libros de aventuras eran un fraude! No había héroes románticos ni hermosas princesas, sino ladrones y bandidos, ¡y también ogros que se comían vivas a las personas!
—Entonces... Ahora que todas tus fantasías se han destruido, ¿continuarás explorando? —preguntó Leylin con curiosidad.
—Por supuesto. ¡Este es mi camino como mujer caballero! —la voz de la mujer caballero estaba llena de determinación—. Mientras pueda resistir, algún día destruiré la maldad con mis manos. Con mi trabajo, ¡el mundo recuperará su belleza!
—...