Un Mago Lucero del Alba no se atrevería a enfrentar la ira de un Luna Radiante.
Fuera del elegante palacio, unos Magos Lucero del Alba se miraron y se mantuvieron a distancia, dejando a un lado a los sirvientes de bajo nivel abrazando sus cabezas y temblando.
Una imprudente onda de energía barrió el área cercana al trono, y pronto, no hubo un sólo ser vivo en el área.
—¡La rabia es el enemigo natural de todos los magos! No me digas, ¿también eres un Hechicero de Linaje? —una risa suave y calmada sonó en el aire como un manantial claro, burlándose de Zegna.
Sorprendentemente, al escuchar la voz, Zegna se calmó un poco. Además de su respiración ligeramente pesada, no mostró diferencia significativa desde antes del contacto.
—¡Tienes razón! ¡Pero tarde o temprano voy a aniquilar el linaje de esos malditos Hechiceros Kemoyin!
Zegna regresó a su trono, y la luna en su frente brilló con luz brillante, iluminando todo el palacio.