Leylin no se sintió bien en toda la noche por las órdenes de capturar a Robin. Sin importar cómo se dieran las cosas, igualmente sería desfavorable para el Clan Uróboros.
El discípulo de un Mago Lucero del Alba había mostrado señales de traición, lo que sería un golpe fatal para las emociones de los Hechiceros que acababan de establecerse. Pero como era el deseo de Gilbert, Leylin no podía hacer más que cumplirlo.
No obstante, de alguna manera sentía que las cosas no eran tan fáciles.
...
—¡Leylin! ¡Bienvenido! —dijo una voz familiar.
Robin abrazó a Leylin y rio enérgicamente. Era todo sonrisas y se veía como si no lo hubieran afectado las noticias.
Si se ignoraban las numerosas runas marcadas en su cara, Robin aún tenía la apariencia de un hombre muy joven.