—¿Qué necesita el Señor? —preguntó Serene sonriendo.
Era difícil encontrar un Gran Maestro de Pociones y hasta la casa de subastas de la Montaña Celeste se esforzaría para atraerlo.
Si Leylin tuviera algún requisito, ¡sería fácil de manejar! En el continente central, había pocas cosas que un Mago Lucero del Alba no pudiera hacer.
—La razón por la que vine a la subasta de la Montaña Celeste en esta ocasión fue porque quiero adquirir un recurso valioso. Mis fuentes me dicen que dicho recurso se venderá aquí... —dijo Leylin sin prisa.
—¿El Señor intenta preguntar sobre los detalles del vendedor antes de completar las transacciones? —el rostro de Serene reveló su dilema—. ¿De qué recurso se trata? Si es sobre los artículos poco comunes, nosotros, el comité de subastas de la Montaña Celeste, ¡no podemos tomar ninguna decisión!
Leylin se rio y le susurró a Serene unas palabras al oído.