—¿Oscuridad? ¿Qué oscuridad? ¿No se ha frustrado el plan de Longbottom? —Baelin dudaba, pero ya no tenía tiempo para pensar. Recogió a Aaron a toda prisa, preparándose para tratarlo.
Unos rayos verdes, semejantes a ramas, emergieron de los dedos de Baelin y se fusionaron con la horrible herida en el cuerpo de Aaron, ayudándole a detener la hemorragia y arreglando sus tejidos.
—¡Aaron, Aaron! ¿Estás bien? ¡Resiste! —Baelin gritaba constantemente mientras grandes cantidades de lágrimas brotaban de sus ojos.
—¡Longbottom! ¡El Señor Longbottom está muerto! —en ese momento, a mitad de la competencia, el ejército revolucionario y los elfos oscuros que acababan de perder a su líder, entraron en un estado de caos.
¡Cof, cof!
Aaron tosió violentamente y abrió los ojos: —Yo... ¿todavía estoy vivo?
—Por supuesto, eres mi profeta. ¿Cómo puedes morir sin mi permiso? —Baelin se secó las lágrimas y se echó a reír.