—¡No seas tonto! —Vinas se rio débilmente mientras extendía la mano y acariciaba el rostro de Aaron—. Mi sacrificio, el de una sola persona, te permitirá salvar a toda la Zona Ambigua, ¿por qué dudarlo?
En ese momento, aunque sus labios estaban pálidos y agrietados por la pérdida de sangre, su rostro permanecía lleno de luz y a Aaron le dolió verla así.
—¡No! ¡Estás haciendo esto por mí! ¡Estás haciendo esto por mí! —exclamó Aaron.
Ascender al segundo rango no aseguraba que pudiera igualar a Longbottom, pero al menos aumentaría en gran parte sus posibilidades de escapar.
Aaron lloraba y las lágrimas corrían sin control por su rostro.
Vinas sonrió y su tono estaba lleno de gratificación: —¡Este destino es pasajero! Estábamos destinados a ser enemigos y aun así nos enamoramos... el uno… del otro.
¡Bang!
La mano de Vinas cayó sin fuerzas.