—¡Supongo que debería hacerte saber!
Al ver a la anciana actuando así, Leylin de repente la encontró en un papel bastante lamentable y perdió la necesidad de seguir jugando con ella.
Saludó a los pocos guardias: —Ustedes pueden volver primero.
—¡Sí, mi señor! —Los guardias hicieron una profunda reverencia ante Leylin, como si un peso pesado hubiera sido levantado de sus hombros y rápidamente salieron corriendo de la habitación.
—¡Espera! ¿Cómo te llamaron? ¿Mi señor? ¿No eres un Mago normal del Equipo de Pociones? ¿No estás excluido también?
La anciana habló agitada. Podía sentir que las cosas estaban más allá de su control, como si una piedra se hubiera alojado en lo profundo de su corazón.
—¡Parece que me has investigado a fondo! Desafortunadamente, he subido de rango un poco más rápido que eso...
Leylin extendió sus manos con una sonrisa maliciosa en su rostro.
