Bajo el escenario, numerosos Magos se inclinaron.
En el podio, ardían llamas rojas.
Un Mago con túnica blanca y una diadema verde saltó enérgicamente de las llamas, como un duende en ardiendo.
—¡Mi señor! —Leylin y los otros Magos se inclinaron juntos.
—¡Jum!
Decarte asintió de manera distante y flameó su larga capa antes de tomar asiento en el lugar asignado.
—¡Todos! —La voz de Decarte era gentil, aunque tenía un acento extraño.
Al haber almacenado una gran cantidad de datos, Leylin sabía que este era un acento que la nobleza de los Magos usaba en los tiempos antiguos. Aparte de presumir el estado de uno, no tenía nada de especial. Sólo las familias más tradicionales practicaban esta forma de hablar ahora.