—¿Quieres atacar a Malar? —la mirada de Umberlee mostró que estaba considerando la idea—. Somos del mismo alineamiento...
—Pero no de la misma alianza —respondió Leylin rápidamente—. Los dos trabajamos en el mismo dominio, nunca nos pondremos de acuerdo. Envió a su personificación a atacarme durante mi ascenso...
—Jeje... —la diosa del océano sonrió e irradió un aura frenética. Ella siempre había sido temperamental—. ¡Bien! Como te debo una, te ayudaré.
—No, creo que no me entiendes. No quiero que me ayudes por el contrato. Solo espero que, ya que eres mi aliada, puedas detener a los dioses orcos en mi lugar... —dijo Leylin.
—¿Los orcos? —en ese momento, Umberlee sintió que era imposible entender a ese nuevo dios.
—¡Ajá! Es el enemigo de un enemigo, después de todo. ¿No crees que soy mejor aliado que Malar? —Leylin parpadeó.