—¡En efecto! —la Serpiente Viuda miró el tablero, y asintió antes de que ella se girara hacia Crowley.
—De ahora en adelante eres mi representante, capaz de comandar a todas las fuerzas rebeldes —la fuerza del linaje de color rojo oscuro formó un ojo negro con forma de serpiente que rodeó a Crowley, haciendo que su fuerza se elevara varios grados una vez más.
—Si señora. ¡Sus deseos son órdenes! —Crowley se arrodilló.
—Ve y síguelo —le dijo Leylin al ligeramente ferviente Xavier.
—¿De…de verdad? ¡Gracias, Amo! —Xavier respondió apresuradamente. La presión insoportable lo había hecho subordinado en algún lugar a lo largo de la línea, especialmente ahora, que estaba ante la presencia de dos de estas terribles existencias.