Con la ayuda de Baalzephon, el "traidor", Leylin fue el primero en ingresar al semiplano.
Una poderosa fuerza espacial titilaba en ese lugar y él apenas podía distinguir el mundo al otro lado. Era un plano de lava y en el centro había un enorme demonio profundamente dormido.
El pecho de esa auténtica montaña se movía arriba y abajo en un sueño profundo. Sus alas diabólicas y sus ojos gigantes temblaban con una poderosa fuerza vital.
—¡El cuerpo verdadero de Belcebú! —los demonios de los pozos que vieron esa escena se regocijaron ruidosamente y el fuego en sus ojos ardió con intensidad.
Frente a ellos había un trono sin igual. Era una posición en la cima de todos los diablos, ¡exentos de la perdición eterna!
Sin embargo, Leylin redujo la velocidad de sus pasos y se detuvo. Ya había cumplido sus objetivos desde el momento en que entró al semiplano.
Es tan real que casi me engañó incluso a mí, pero...