En Avernus, el Primer Infierno de Baator, una pesadilla trotaba por el terreno infértil que estaba lleno de rocas destruidas. Sus cascos ardientes dejaban una huella profunda a cada paso.
¡Bum!
Un meteorito cayó en el suelo y dejó un gran cráter. Sin embargo, el caballo lo esquivóágilmente.
Aquella pesadilla tenía un humano en su espalda y el solo hecho de que este estuviera domando a una bestia como esa indicaba que no era una persona normal. Aquel simple razonamiento le había ahorrado muchos problemas a Leylin.
Los caminos del lugar estaban llenos de almas normales o incluso peticionarios. Eso le indicaba a Leylin que su destino estaba cerca.