En Puerto Pado, luego de entregar un formulario y pasar por una prueba estricta, Xena y su gente finalmente pudieron ingresar. Se los alojó en lo que parecía ser un edificio construido apresuradamente.
Aunque habían utilizado madera y ladrillos de piedra, Xena igualmente podía ver el trabajo de mala calidad de los nativos. No obstante, en comparación con las chozas a un costado, ese edificio parecía inmensamente superior.
¿Un puerto en construcción? Pensó Xena al recordar el mercado que había visto un momento antes. Ni siquiera se lo podía comparar con la calle comercial de una aldea pequeña, a lo sumo era un conjunto de puestos. Sólo se vendían los artículos en vasijas de arcilla y mediante el truque, sin ningún tipo de moneda básica. Desde su punto de vista, ¡eso era una blasfemia hacia su diosa!
—Esos malditos nativos, ¡son tan perezosos e inmundos!