Ese método fue bastante directo, pero el efecto fue excelente.
En realidad, él no estaba preocupado en absoluto; las posibilidades de que Augusta lo rechazara eran menores al diez por ciento. Incluso si Augusta fuese extremadamente cauteloso y se negaba a dejar que Linley fuese con él, el mismo podría dirigirse solo al Plano Divino de la Luz y buscar a Augusta, para luego matarlo.
—Linley, ¿por qué vas al Plano Divino de la Luz? —rio y preguntó.
—Cuando lleguemos, lo sabrás —respondió.
Los dos volaron a alta velocidad, llegando al aire sobre la Montaña Flujo de Viento en un abrir y cerrar de ojos.
Augusta también notó al Jefe Soberano del Rayo, no muy lejos. Él no pudo evitar reír fríamente: —Qué pena. Dado tu poder, si Linley no estuviese viajando conmigo, tendrías una oportunidad. Pero ahora... No tienes ninguna posibilidad en absoluto.
Augusta miró de reojo a Linley.
Aún desconfiaba de que lo siguiese voluntariamente.