—¡Padre! —entró en la habitación.
Hogg, actualmente leyendo un libro, levantó su cabeza. Al ver a Linley, no pudo evitar sonreír.
—Linley, me enteré de que estabas en un entrenamiento a puerta cerrada. ¿Qué, hiciste un gran avance?
—Correcto —asintió, luego se sentó a un lado—. Padre, en dos días, planeo dirigirme al Plano Divino de la Luz para ir a visitar al Jefe Soberano de la Luz. Quiero ver si hay alguna esperanza de encontrar a mamá y dejarla recuperar su libertad.
—¿Eh?
Las manos de Hogg temblaron. El libro cayó sobre la mesa mientras miraba a Linley, aturdido.
—¿Vas a ir al Reino Divino de la Luz? Pero... la última vez, ¿no me dijiste que en las Guerras Planares mataste a algunos miembros del clan Augusta? ¿No es el Jefe Soberano de la Luz el ancestro del clan Augusta? Que tú vayas, será muy peligroso.
Hogg estaba frenético.
Él conocía prácticamente todas las experiencias de Linley a lo largo de los años.