Por el aura, Linley podía decir claramente que esa mujer de túnica plateada delante de él era esa serpiente plateada de nueve cabezas. Los otros eran su esposo y sus nueve hijos transformados en forma humana.
—Arthurs, ¿el Soberano volvió? —dijo la serpiente plateada, Yennaway.
Arthurs negó con la cabeza.
—Aún no. Bailey adquirió la Fruta Abisal y también está a la espera del Soberano. Sin embargo, el Soberano debería saber que Bailey adquirió la Fruta Abisal y debería llegar pronto.
Linley y Bebe, al oír eso, no tuvieron más opción aplacar su frenesí y esperar a un lado.
—Linley —Bailey se acercó, diciendo en voz baja—. Será mejor que te apures y te vayas.
—¿Eh? —levantó su cabeza, mirando hacia él.
—Bailey, él no está dispuesto a irse. ¿Por qué involucrarse en algo que no es de tu incumbencia?
La serpiente plateada, Yennaway, rio.