—Ajá, ¿así que son ustedes chicos? ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Pensé que los siete de ustedes ya se habían ido! ¿Cómo es que han vuelto?
Bebe ladeó intencionadamente la cabeza hacia un lado, con una mirada perpleja en su rostro. Inmediatamente, Aches y los otros siete se sintieron algo avergonzados.
Aunque en ese tipo de situación, era comprensible que tuviesen en cuenta su propia seguridad, si ellos verdaderamente solo se hubiesen ido, esa era una cosa.
Pero, ¿ahora ellos habían vuelto? Eso era bastante incómodo.
En el Mar de Niebla Estelar, sin embargo, donde los bandidos abundaban por todas partes, dada sus fuerzas como Dioses, ¿cómo podían alcanzar con seguridad el Continente Risco Sangriento? Sólo al confiar en la protección de Linley y Bates serían capaces de llegar a su destino. A pesar de que confiar en el grupo de Linley para que los ayudasen era bastante incómodo, dada que la otra opción era perder sus vidas, ellos tenían que hacerlo.