—No me maten.
Una áspera voz aterrorizada sonó.
El monstruo, que había sido hecho girar alrededor como un molino de viento, de repente se detuvo. Bebe lo sostuvo por uno de sus tentáculos y le gritó: —¿Qué, tienes miedo ahora? ¡Demasiado tarde! Jefe, vamos a matar a este monstruo de todos modos. Déjame encargarme de él ahora.
Linley asintió ligeramente y Desri y los demás no dijeron nada. Justo en ese momento, ese monstruo claramente quiso matar a Desri. ¿Cómo iban a liberarlo tan fácilmente?
—¡Alto!
Las enormes fauces del monstruo aullaron con fiereza.
Bebe rio dos veces, mirando al monstruo, dijo: —¿Alto? ¿Tienes miedo a morir?
—Bebe, deja de perder el aliento con en él —dijo Linley.
—Ustedes no me pueden matar. ¡Si me matan, todos ustedes morirán! —rugió el monstruo con su voz grave.