Mediodía. El ardiente sol colgaba alto en los cielos occidentales, quemando Ciudad Barro Negro con sus abrasadores rayos. Los soldados de la guarnición de Ciudad Barro Negro paseaban perezosa y casualmente dentro de Ciudad Barro Negro, mientras que un par de pobres guardias estaban siendo horneados por el sol, mientras montaban guardia en las murallas.
—Este maldito tiempo. ¡Es insoportablemente caliente durante el día y fríamente mortal por la noche!
Un gran hombre vestido con una armadura hecha jirones maldijo en voz baja. Él y los nueve compañeros a su lado eran uno de los escuadrones que pertenecían a la guardia de la ciudad.
Cada vez que los ciudadanos comunes de la ciudad veían a esos soldados, de inmediato huían, con sus rostros llenos de miedo.