—¿Cuarto hermano no murió? —aturdido, Linley soltó esas palabras, pero entonces él inmediatamente volvió en sí—. ¿Acabas de decir que Reynolds no murió?
En ese momento, el corazón de Linley latía como loco. Sorpresa, alegría, preocupación, incredulidad, emoción, miedo... todo tipo de emociones se entremezclaban en el pecho de Linley. En ese momento, lo único que Linley podía hacer era mirar expectante a ese oficial del ejército del Imperio Rohault frente a él.
Agarrándose la garganta, Hugh dijo frenéticamente con miedo: —Es verdad. No murió. Él realmente no murió.
—Hugh, cuando reportaste tu éxito militar, ¿no dijiste que el capitán mayor que habías capturado ya había muerto?
El Comandante de la Legión cercano, Chastre, tenía el ceño fruncido.
Mentir a un Santo era muy tonto. Chastre pensó que Hugh quizás estaba inventando una mentira por miedo.
Linley también lo miró. Realmente esperaba que Hugh no estuviese mintiendo.
—Habla ahora
