—¡Muévanse, ahora!
Ese viejo sirviente, Lambert, reaccionó rápidamente, también de inmediato instó a que se fuesen.
Totalmente desconcertados y confundidos, Keane y Jenne fueron arrastrados por Lambert y Linley lejos de esa zona. Después de todo, dadas las personas que habían sido asesinadas en las calles, la guardia de la ciudad no tardaría en llegar.
Linley no tenía miedo de los guardias, pero tratar con guardias a la vez que escoltaba a Jenne sería una tarea extremadamente molesta.
Aparte de Linley y su grupo, muchos otros alrededor de ellos huían y escapaban también.
Era el anochecer, y aunque debería haber sido el momento más animado para esa importante calle en Ciudad Roca Negra, en un abrir y cerrar de ojos, esa parte de la calle se volvió totalmente desierta. Nadie estaba a menos de cien metros de los dos cadáveres.
—Capitán, ¿qué debemos hacer?