Sin producir ningún ruido, el Director Maia inspeccionaba cuidadosamente cada pulgada de esa escultura, Despertar de un Sueño, como si estuviese poseído.
—Jefe Yale, ya han pasado dos horas.
Reynolds miró a Yale con una expresión no muy feliz.
Yale sacudió su cabeza y dijo suavemente: —No te impacientes. Deja que el Tío Maia haga una inspección a fondo. Siendo el director administrativo de toda la Galería Proulx, debe ser uno de los descendientes del mismísimo Maestro Proulx. Estoy seguro de que sus habilidades para juzgar esculturas deben ser extremadamente altas. Me pregunto a qué nivel llegara esa escultura del tercer hermano.
Reynolds también asintió levemente.
Luego de que pasasen más de tres horas, el Director Maia enderezó su cintura, dejando salir un largo suspiro.
—He oído que el nombre de esta escultura es, ¿Despertar de un Sueño? —preguntó el director Maia.
Yale asintió.