Los ojos de Luo Feng brillaban como relámpagos. Miró a la enorme estatua del dios bestia que estaba delante de él. Mientras lo estudiaba, la bestia de cuerno dorado en su mundo interno estaba estudiando la diminuta estatua para así poder compararlas.
—¿Hm?
Luo Feng caminó alrededor de la estatua, rápido como un borrón, cada paso cruzando miles de kilómetros.
—¿Su Majestad? —preguntó Dylan con curiosidad.
—Dylan, ¿qué está haciendo su majestad Luo Feng? —preguntó con curiosidad Si Fan Qi —. ¿Realmente quiere inspeccionar cada rincón de esta estatua? Innumerables personas lo han hecho una y otra vez antes, pero nadie ha encontrado nada especial.
—Yo tampoco lo sé.
Dylan agitó la cabeza. Mientras los dos charlaban, Luo Feng había volado hacia el cielo para contemplar la estatua desde miles de kilómetros de altura, mirando hacia abajo la espalda, cuello y partes de la cabeza.
