En la tierra sagrada, los caminos fuera del cuarto de entrenamiento de Luo Feng estaban completamente llenos de grandes cantidades de hombres de la raza del cuerno dorado sentados cruzados de piernas. Y justo en la entrada principal estaba sentado el joven Bei Qiu, un joven de armadura púrpura, que estaba sentado allí con las piernas cruzadas y los ojos cerrados.
¡Sou! ¡Sou! ¡Sou! ¡Sou! ¡Sou! ¡Sou! Un rayo de luz salió de las habitaciones y voló rápidamente.
Más de 10.000 miembros de los clanes de la raza del cuerno dorado comenzaron a agitarse, a levantarse y a contemplar los cielos lejanos. Allí, el rayo de luz había desaparecido en la distancia, y todos ellos comenzaron a enfurecerse.
—¡Se van volando!
—El humano Luo Feng está entre ellos.
—¿De verdad se fueron volando?
Bei Qiu abrió los ojos y miró fríamente a la escena, sus ojos casi ardiendo en llamas, se murmuró suavemente a sí mismo :— Humano Luo Feng.... ¡¡¡cobarde!!!