—¡Pushkin!
—¡Pushkin!
Todos los espectadores dentro del dojo gritaron diferentes nombres con entusiasmo, entre los cuales el nombre Pushkin era el más fuerte. En medio de estos espectadores, había un enorme grupo de hombres simios de aspecto fuerte que rugían con toda la fuerza de sus pulmones. Sus voces eran gruesas y resonantes. Un grupo que no se podía ver de punta a punta con una mirada, ya que más de un millón de hombres simios agitaban los puños y rugían. Era casi como si los cielos estuvieran vitoreando. En comparación con los más de 1 millón de personas del imperio de la Montaña del Dragón Negro, sus voces parecían estar apagadas.
¡Tumb! ¡Tumb! ¡Tumb! ¡Tumb! ¡Tumb! ¡Tumb!