Incluso después que los tres robots metálicos fueran controlados, Luo Feng no estaba para nada emocionado. El único pensamiento que plagaba su mente era adquirir un arma lo suficientemente fuerte como para matar a la bestia de cuernos dorados. Esto concernía a la supervivencia de la humanidad de toda la tierra.
Crak.
Luo Feng utilizó bastante fuerza para abrir la puerta plateada. ¡Esta puerta no había sido abierta desde el momento en que la nave se hundió! En el momento en que Luo Feng la abrió, hubo una ligera convección en el aire entre el interior y el exterior, una brisa sopló desde la espaciosa y lujosa sala de mando.
La sala de mando estaba bien iluminada. En el centro había un personal militar uniformado, detrás de él había tres guardaespaldas uniformados de color negro. Luo Feng se sorprendió al ver gente dentro.
Pasó soplando una brisa.