El Maestro de los Cinco Caos miró al Dios Demonio de la Lava Fundida, que apareció en la lava en el cielo, y sintió que faltaba algo. Internamente estaba sorprendido ya que sabía que habría problemas, pero mantuvo la calma y la compostura. Sabía que basado en la distancia que había entre el Dios Demonio de la Lava Fundida y él, dada su habilidad, tendría suficiente tiempo para escapar a un punto dentro del laberinto subterráneo si utilizaba teletransportación.
El espacio alrededor estaba congelado, así que no podía usarse teletransportación. Así mismo, en la entrada del laberinto, la teletransportación era imposible. Solo en el área más profunda de la cueva se veían débiles ondas. Uno tendría que alcanzar una posición tangencial antes de poder escapar.
—Ese humano tuvo mucha suerte —dijo Maestro de los Cinco Caos—. Si el Dios Demonio de la Lava Fundida no aparecía, le hubiera dado una probada de mi Gran Exterminación de las Cinco Bestias.