Rodeado por Río Nueve Tigre, la bestia de cuernos dorados avanzó cuidadosamente.
En la oscuridad lejana…
—Esa bestia de cuernos dorados está camino al palacio del maestro. ¡Debemos detenerla! No podemos dejar que moleste al maestro.
—Dragón Plateado, ni siquiera yo pude detenerlo. Será lo mismo para ti.
—Puede que no sea capaz de detenerlo, pero cielo Negro… tú si puedes. Puede que nuestros poderes sean casi del mismo nivel, pero tu cuerpo divino es mucho más grande que el mío. Con un cuerpo divino tan grande, puede que seas capaz de retrasarlo mucho tiempo. Pero te retiraste después de la primera derrota. ¿No sabes que la nobleza del maestro nunca debe ser perturbada? Aun así perdonaste a la bestia de cuernos dorados por invadir el palacio del maestro.
—No, Dragón Plateado. Su poder es mucho más fuerte del que crees. Si realmente quisiera apartarme de su camino, no tendría forma de detenerlo.