En una zona de la Región Secreta de los Dioses Ancestrales flotaron algunos fragmentos de montañas. Una sombra encorvada se erigió sobre uno de los fragmentos de la montaña. ¡Era el Emperador Corteza Espejada!
¡Zoom!
Una sombra plateada apareció y aterrizó en otro fragmento de montaña.
—Emperador Corteza Espejada, llegaste aquí bastante rápido, —dijo Luo Feng, de pie sobre el fragmento de montaña con sus alas abiertas.
El Emperador Corteza Espejada se mofó. —Tampoco eres lento. Creía que tu verdadero tesoro, el ala, se había perdido en Nueve Remolinos Remotos. Pero ahora que lo veo de nuevo, debería ser reclamado por algún ser supremo de la raza humana.
Luo Feng sonrió. —Piensa lo que quieras.
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En la plaza al aire libre del mundo glorioso.
Todos los herederos se reunieron en la plaza al aire libre; estaban sentados y mirando al Emperador Corteza Espejada, que estaba en el centro de la plaza.
