Link finalmente pudo alcanzar al unicornio de Romeon en su forma de dragón. Romeon parecía extremadamente débil. El sudor frío le goteaba la frente, que ahora era tan blanca como una hoja de papel.
Su unicornio blanco como la nieve también parecía haber llegado a sus límites. Llevar a Romeon y los dos demonios en su espalda debieron haberle quitado mucha energía. Ralentizando detrás de ellos, Link extendió una garra y cerró cautelosamente sus dedos alrededor de ellos. Finalmente capaz de descansar un poco en la palma de Link, Romeon preguntó:
—¿Le derrotaste?
Al darse cuenta de que Link ni siquiera tenía un rasguño en él, Romeon pensó que de alguna manera debía haber superado a Nozama. Sin embargo, habiendo presenciado personalmente el increíble poder del demonio, no tenía la menor idea de cómo era capaz de manejar tal hazaña.