En el mar.
Tan pronto como Bryant terminó de hablar, hubo tres pequeñas explosiones. Tres rayos color rojo oscuro salieron disparados del mar, viniendo hacia él desde diferentes direcciones. Cada rayo estaba extremadamente consolidado y tan grueso como un brazo.
A primera vista, parecían tres espinas de cristal rojo oscuro. No solo atacaron a Bryant, también sellaron todas sus rutas de escape. En ese momento, Bryant sintió que una energía salvaje y destructiva lo atacaba. Se sentía como si hubiera sido alcanzado por un rayo y hubiera sido inmovilizado. Él ni siquiera podía pensar correctamente. Todo lo que permaneció en su visión fue una luz roja sin límites. Él solo tenía un pensamiento: entonces el Dios de la Destrucción realmente existe.