—¡Mocoso humano, la batalla aún no ha terminado!
Después de haber dicho esas palabras, el espíritu maligno miró a Lin Huang con una expresión insultante. Sonrió, y luego dejó salir una risa fuerte y malvada.
—¿¡De qué te ríes!?
Lin Huang ignoró su extraño comportamiento. Movió sus brazos ligeramente, rebanando a través del espíritu maligno con su espada sangrienta de nuevo. En su cara feroz, la sangre comenzó a fluir de su frente a su barbilla. Al segundo siguiente, la cabeza del espíritu maligno fue cortada por la mitad. El jugo negro del cerebro goteaba de su cráneo al suelo, y el olor de cobre de la sangre impregnaba el aire.
Al siguiente momento, Lin Huang frunció el ceño y miró hacia la mitad de su cuerpo muerto del cual su cabeza ya había explotado.
—Es extraño. No recibí ninguna notificación diciendo que había sido asesinado —murmuró Lin Huang.