El sonido de los pasos se detuvo justo enfrente de la puerta de Lin Huang.
Lin Huang frunció el ceño. Apuntó con su pistola a la puerta y se preparó para la batalla.
Después de un momento de silencio, un golpe fuerte en la puerta se escuchó.
―¿Quién es? ―preguntó Lin Huang.
―Hola, soy yo ―dijo la voz del jefe del hotel.
Lin Huang estaba aliviado. De repente, él le preguntó, todavía un poco dudoso:
―Jefe, ¿qué pasa?
―Me preguntaste acerca de la historia de las ruinas Xiagong esta tarde. Recordé algo y supongo que puede que no lo hayas escuchado antes ―respondió el jefe.
Lin Huang frunció el ceño. Eran casi las nueve de la noche. Se sentía extrañado y se preguntó por qué el jefe iba a venir a su habitación y hablar de esto a esta hora.
―Vamos a hablar de ello mañana. Voy a dormir ahora ―contestó simplemente Lin Huang simplemente, pero no bajó su guardia.
Hubo un completo silencio fuera de la puerta.