Cuando Lin Huang fue enviado desde el noveno nivel al primer nivel de la Torre de la Diosa Hechicera, caminó directamente hacia la sala de estar en la que Bai Gu solía estar. Justo cuando iba a llamar a la puerta, escuchó la voz de Bai Gu.
—No tienes que hacer eso. Ven y toma asiento.
Él entró para ver a Bai Gu sentado con las piernas cruzadas frente a la mesa de café y mientras le hacía un gesto para que se sentara. Tomó su asiento y preguntó de inmediato: —¿Me está buscando, señor?
—Escuché que alguien te está buscando. Debe tratarse sobre la herencia de la Diosa Hechicera —dijo Bai Gu directamente.
—¡Creo que es Wu Zhi! —frunció el ceño. Teóricamente, Wu Zhi era el único que sabía que había conseguido la herencia de la Diosa Hechicera. Era imposible que se lo contase a alguien más.
—Debe ser él. No creo que nadie más pueda persuadir a esas poderosas personas a compartir donde están las tribus —asintió.
