—¿Entrenar?
Zhao Feng casi se cae.
La actual Zhao Yufei era muy diferente del pasado. Su linaje de la Raza Espiritual podría romper la diferencia en la cultivación y desafiar a los Reyes por lo que era un milagro.
El Ojo Espiritual de Dios de Zhao Feng vio la lucha de hace un momento muy claramente.
Tanto la fuerza de Nan Gongsheng como la de Zhao Yufei eran mucho mayores que las del Zhao Feng de antes de quedarse dormido.
—¿Qué, Hermano Feng no se atreve? —Zhao Yufei sonrió y bromeó.
Zhao Feng le rodó los ojos.
—Desde el principio en la Familia Zhao, solo podía admirarte.
Las pestañas de Zhao Yufei se agitaron suavemente conforme surgían los recuerdos.
—Ciudad Pluma del Sol... La familia Zhao... —murmuró Zhao Feng.
En un abrir y cerrar de ojos, habían pasado tantos años.
La familia Zhao solía ser extremadamente fuerte en sus ojos. Ahora, era solo un vago recuerdo.