—¡Mataste a mi maestro! —Liu Qinyin estaba aturdida conforme sus ojos se volvían llorosos y se llenaban de tristeza e impotencia.
Hasta donde podía recordar, siempre había estado con su maestro. Para ella, su maestro era su única familia; el Rey Sagrado Samsara era como un padre para ella. A pesar de que el Emperador de la Muerte dijo que el Rey Sagrado Samsara lo envió a matarla, Liu Qinyin no le creyó. Ella no entendía por qué su maestro haría eso.
—¡Quería matarte a ti y a mí, así que tuve que matarlo! —Zhao Feng no sabía por dónde empezar, así que solo dio una explicación simple.
Liu Qinyin se quedó inmóvil, aturdida y no habló. Escuchar a Zhao Feng decir que el Rey Sagrado Samsara quería matarla de alguna manera la hizo querer creerle. Esperaba que el hombre frente a ella no le estuviera mintiendo. Sin embargo, si esto era real, eso significaba que ya no tenía familia en este mundo. La tristeza y la impotencia se apoderaron de su corazón.