La voz calmada de Marvin resonó por todo el piso superior de la Torre del Cielo. Aquellas potencias que habían estado preparando Hechizos Divinos o blandiendo sus espadas, preparadas para atacar, se paralizaron de inmediato.
Parecía que el tiempo se había congelado. Marvin salió de entre la protección del Dragón de Cobre. Su mirada era tan gélida como nunca lo había sido.
—¿Aún quieren matarme?
Nadie se había atrevido a responder. Aquellos que rodeaban al Dragón de Cobre ya estaban a punto de desmayarse. Todos habían atacado completamente seguros de una cosa: que Marvin estaba tan gravemente herido, que era el momento oportuno para acometer contra él.
Sin embargo, cuando un Marvin de aspecto saludable se puso de pie frente a ellos, la escena en la que combatía mano a mano contra las Serpientes Gemelas del Fin del Mundo volvió a aparecer en sus mentes.