—Percibo tu miedo, y la deliciosa maldición en tu cuerpo…¿Quién eres? ¿Qué clase de persona puede tener semejante tesoro? —dijo con ojos brillantes, como si observara detenidamente a una deliciosa comida.
—Acércate rápido, pobrecita —habló con la voz cargada de tentación.
—¡No! —gritó Marvin con vigor.
La expresión de Hathaway también era desagradable. Los tres habían sido perjudicados por el Dios de la Naturaleza Salvaje en formas diferentes. Simplemente no había forma de salvar a la niña de ser devorada por el Dios. Marvin apretó los puños con fuerza, estudiando su interfaz en repetidas ocasiones, pero el hechizo restrictivo duraría al menos diez segundos más durante los cuales sería totalmente incapaz de moverse. ¡Este era suficiente tiempo para que el Dios de la Naturaleza Salvaje comiera a Molly varias veces! ¡Si le provocaba, incluso podría agregarle condimentos!