—¡Vaya! ¡Sí que lo has descubierto! —exclamó una voz junto al oído de Marvin luego de que la mano le asiera el hombro.
Marvin estaba estupefacto. Era obvio que aquella mujer no tenía aptitudes de lucha, entonces, ¿cómo se había acercado tan sigilosamente? Si hubiera tenido un arma, ¿lo habría atacado de sorpresa?
Miró conmocionado a la Elfina de Madera. Mariposa revoloteaba desenfrenadamente mientras se lamentaba:
—¡No me mires así! No es que ahora haya empezado a asustar a la gente, a decir verdad, tus reacciones han empeorado. Mira, este es el Salón de la Pérdida. Jamás habría creído que el cuento que me habían contado en mi infancia resultara ser verdadero…
Frunciendo el ceño, Marvin revisó inmediatamente su registro de actividad.