—¡Qué estupidez! ¿Qué podría estar esperando? —gruñó Hathaway, con el rostro colorado de pura ira. No obstante, bajo la intensa mirada de Marvin, su voz se hizo más y más tenue.
Se había vuelto un susurro, tal vez porque no lograba comprender qué tipo de sentimiento era ese.
La Reina Bruja debía ser fría y despiadada. Su madre, sucesora de una de las doce Brujas, le hubiese recordado que todos debían reconocer el poder de la Reina Bruja. Aquellos que le faltaron el respeto habían tenido que ser asesinados.
Pero cuando estaba a punto de hacerlo, derramó una lágrima. Las brujas no tenían lágrimas.
Esto la dejó muy conmocionada. Se detuvo allí para reflexionar, y algunos recuerdos que estaban sellados en lo más profundo de su mente, empezaron a aflorar.
Marvin la miró tranquilamente en silencio.
Sin embargo, una repentina explosión resonó en el cielo, ¡atrayendo la atención de todos!
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