Galas cayó al suelo, muerto y sin vida, escupiendo una montaña de botín para los jugadores.
—Bueno, bueno, bueno, miren eso, ¿eh? Gracias a Dios faltamos a clases para esto —dijo el hombre con acento de vaquero.
—¡Así es! —le contestaron.
No muchos jugadores además del equipo de Zhang Yang habían visto un botín tan grande. Aquellos que habían muerto al comienzo de la pelea ya estaban logrando volver al valle. Aquellos que sobrevivieron a toda la batalla estaban sentados junto al tesoro, jadeando como perros mientras se alegraban los ojos con los resplandecientes tesoros. Afortunadamente, todos los presentes eran miembros principales de los clanes. Los modales del juego ya estaban en lo profundo de sus corazones y tenían el sentido común de no tomar algo y echarse a correr.
Pero también, los siete grupos habían establecido que el botín puedan accederlo sólo los líderes de equipo. Eso significaba que sólo el Maestro del clan podía recoger los ítems.