¡BANG!
El puño de Zhong Xiu Hua sólo había hecho una pequeña abolladura en la mesa de plástico de su oficina. Con rabia, lo levantó y lo golpeó de nuevo como si no estuviera satisfecho por no poder romperlo.
—¡Cómo se está llevando Solitario Humo del Desierto todo lo bueno del juego! ¿Cómo podemos permitir que Solitario Humo del Desierto-? ¡No! ¿Cómo se puede estar permitido que Zhang Yang nos gane? ¿¡A nosotros!? ¡Somos el clan Llama Eterna! Si esto sigue así, ¿cómo vamos a ser el clan número uno de China?
Parados en el lado opuesto de la mesa había dos hombres en sus primeros años de adultez. Eran Erudito Musou y Largorrico. Ambos estaban allí como espantapájaros, inmóviles, ya que no podían encontrar ninguna excusa para responder a Zhong Xiu Hua.
El ambiente de la oficina se hizo más pesado.
Después de un largo silencio, Erudito Musou finalmente encontró el coraje para hablar.
